lunes, 1 de septiembre de 2008
Común en las mujeres que tengamos tendencia a aferrarnos a lo prohibido o, porqué no, a quien menos hace por nosotras. Es alarmante que esto nos suceda una y otra vez, pareciera que nos encanta ser derrotadas por la propia vida cuando se nos va quien mas queremos. Pero eso no es lo peor... Lo peor en estos casos es que somos totalmente concientes de que, lo que conseguimos por una (dos o tres o cuatro o así sean veinte) noches, lo vamos a tener que olvidar en un abrir y cerrar de ojos, por el solo hecho de que la realidad nos va a indicar que estamos 100% aferradas (por no decir enganchadas) a una persona que poco o nada siente por nosotras. Eso suele suceder, al momento de elegir entre uno u otro, optamos por el más inmaduro, el que menos se la juega, quien menos nos valora y merece. Y así después nos va, el que no fue elegido se olvida d nosotras (quien no sabe que los hombres tienen un don para olvidar) y el que se quedó con nosotras, no se olvida porque nunca sintió nada... así que una vez más, nos quedamos sin el pan y sin la torta.
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